Los profesionales de la salud, constantemente lucha a contra marea para evitar lo inevitable, la muerte, ese proceso natural de pérdida, algo a lo que los humanos, no estamos dispuestos a aceptar. Aceptar la pérdida o perder propiamente, no es algo que por naturaleza queremos, porque va encontra de nuestro instinto natural de sobrevivencia, ese instinto que desde pequeños nos dio la vida, ya que desde la concepción se lucha para la fecundación, por lo que la lucha de sobrevivencia es nata, así que la muerte, para los profesionales médicos, enfermeros, paciente y familiares en ocasiones se concibe como perder.

¿Pero realmente perder?, ¿es perder?, depende el punto de vista, se dice que “a veces se necesita perder para ganar” y “ si no siempre, se ganar la partida”, fraces populares como estas enmarcan los pensamientos de las personas constantemente, pero se debe de diferencia los sentimientos de perder cosas materiales, son diferente que perder a tu mama, tu hermano, tu pareja. Pareciera que en ocasiones nos aferramos a la idea de que “las personas serán infinitas” y eso creemos todo el tiempo, hasta que la enfermedad traspasa esa barrera. La enfermedad irrumpe la idea y llena el espacio de perdida, en las personas, perder la salud, es un sentimiento intangible, lleno de angustia, para todos lo que la viven. y ¡si!, es para todos lo que la viven a su alrededor, la angustia de esta enfermedad, flagela, constantemente, no solo a los paciente, familiares, también hablamos de los encargados de salud, profesionales que poseen posgrados, master, y demas especialidades y en ningúna se tomó la asignatura, donde se pudiese desconectar las emociones, y sentimientos, ni en Hardvard, Oxford, Cambridge las imparten.

Pelear con lo invisible, no es pelear con la enfermedad, la lucha es contra el sufrimiento que esta deja, la agonía, la angustia, la impotencia, que dejará una cicatriz queloide para toda la vida para las personas sobreviviente, marca que recordara, el paso de una pérdida.

Concebimos a los médicos, enfermeros, y demás profesionales de salud, como si tuviesen poderes sobrehumanos, con habilidades, para hacer hasta lo imposible al tratar de salvar la vida de los que sufren una enfermedad, pero la realidad es que este equipo de trabajadores que prestan el servicio de prolongar la vida hacen eso, solo prolongar la vida, usan sus mejores armas, y luchan una batalla, en contra de sus archienemigos las patologías, en una batalla épica, donde no solo se usan armas, tecnología, los  mejores equipos médicos, y hasta la imaginación de los doctores, quienes se juegan el duelo cara a cara, frente a esta batalla, que solo tendrá un ganador.

Los doctores, conocen sus limitaciones, conocen las necesidades de sus pacientes, pero se desconocen los sentimientos y emociones, necesidades que el dolor deja en cada persona al perder, las personas sufren, los familiares, los amigos, la esposa, los hijos, los compañeros, todos se juegan su última partida con su peón, intentando hacer un jake mate, frente al campeón de ajedrez, pero es inevitable morir, como es inevitable sufrir, se debe reconocer que el ser humano, necesita entender que no se puede hacer, cosas imposibles, y el proceso de muerte o pérdida, es igual al proceso de sufrimiento, un proceso inevitable, proceso entendible, pero poco comprendido, y es ahí, donde empieza el sufrimiento comprenderlo, no siempre calma la sufrimiento, se requiere aceptarlo,  pareciera que van de la mano, pero es importante diferenciar, que entre menos comprensión tenemos hacia la muerte, mayor será el sufrimiento, debemos como sere humanos,  concientizar en el sufrimiento de las personas, disfrutar la vida, viviendo la vida como tal y aceptando la muerte, no como pérdida, sino como final del camino, afirmando que la muerte como la vida, son del tiempo, y el tiempo, tiene tiempo, un tiempo definido y no infinito, comprendiendo que morir no es perder, si no finalizar un tiempo de vida, mas sin embargo, aun con tanta comprensión, tanta psicología, tanta aceptación, lo invisible siempre estará presente en la pérdida, por el simple hecho de sentir, de tener alma y cuerpo, simplemente porque “El cuerpo duele, pero el alma sufre”.