Recordar hace un año atrás el paso del Huracán María por la isla, es algo muy emotivo y trae consigo muchos recuerdos no tan agradables, sin embargo llenos de mucho aprendizaje. Tengo muchas memorias relacionadas al huracán, comenzando por recordar aquel 20 de septiembre de 2017 en donde no dormí en ningún momento, me encontraba ansiosa pensando en lo que pasaría luego cuando llegara la calma. Sin embargo nunca imaginé la magnitud a la que llegaríamos no tan solo como familia sino también como país, la desesperación era colectiva.

Maria zorra [Foto por: Stephanie Torres, Día del huracán María] 

En mi caso particular estuve 5 meses sin energía eléctrica y un mes y medio sin agua. Diría que luego del huracán, en mi núcleo familiar lo más complicado que se hizo fue el tener que conseguir agua para bañarnos a diario durante un mes y medio. En mi hogar somos 5 personas y todos los días nos levantábamos temprano y era como dividirnos en equipo. Mientras mis hermanos y mi padre iban a hacer largas filas al complejo deportivo en Bayamón para conseguir agua, mi madre y yo íbamos a hacer otra larga fila al supermercado “Selectos” que en aquellos tiempos era el único en donde podíamos conseguir más productos sin cantidad límite de compra. Era complicado este asunto ya que usualmente los supermercados vendían un límite, por ejemplo, 2 latas de salchichas o 1 lata de jamonilla, cornbeef, etc. Esto para una familia de 5 personas, realmente no alcanzaba. La escases de hielo y agua potable era desesperante, sin nombrar las noches de extremo calor y el ruido de plantas eléctricas. Por otro lado el no tener acceso al internet todos los días como ya estaba acostumbrada fue difícil, sin embargo este aspecto lo veo de una manera positiva, porque aprendí a crear cierto control con el uso del teléfono y redes sociales, recordé hasta cierto punto mi infancia cuando me sentaba a jugar DS con mis hermanos y salir a correr bicicleta junto a ellos y todo aquel que se nos uniera en el camino. 

[Foto por: Stephanie Torres, Un año después de María]

Una experiencia que nunca olvidaré fue una que viví haciendo una fila en “Sam’s” para comprar agua. Habíamos más de 100 personas haciendo fila en el estacionamiento del lugar bajo el sol con la duda de “¿llegaremos a conseguir agua?”. Entre la gente que salía del establecimiento salieron dos mujeres americanas con dos cajas de botellas de agua. De pronto abrieron las cajas de agua y comenzaron a regalar las aguas a las personas que hacíamos la fila. Fue algo que me llenó de mucho sentimiento porque aquellas dos mujeres gastaron de su tiempo haciendo fila para comprar agua y regalarla, con ese simple acto demostraron el gran corazón que ambas tenían, demostraron que no existen barreras cuando se quiere tener buena voluntad con el prójimo y que no es necesario a veces encontrarse en la misma necesidad de otros para llegar a entenderlos y ayudarlos. Un simple acto de generosidad se convirtió para mí en un ejemplo de vida. Nunca supe quiénes eran, ni por qué estaban aquí en tiempos tan difíciles, solo sé que donde quiera que estén espero que sigan siendo mujeres empáticas y bondadosas, que sigan dando el ejemplo y que sus vidas estén llenas de bendiciones y buenas vibras.