Hoy simplemente quiero expresar lo que hemos estado viviendo desde el comienzo de este año 2020. Creo que hablo por todos al decir que hemos empezado a vivir en la incertidumbre, nos acostamos pensando donde podríamos refugiarnos si algún temblor nos decide visitar, como podemos vivir sin afecto, alejados de lo que llamábamos rutina, porque ahora la realidad es distinta. Es difícil visualizar el mañana cuando lo que conocíamos ayer ya no existe y el hoy es tan incierto. Definitivamente cada día nos acercamos más al fin, Dios está cumpliendo sus promesas y sé que no es fácil asimilarlo, pero tenemos que agradecer este año porque nos ha demostrado lo fuerte que somos.

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Por lo menos de mi parte, pienso que esta etapa nos ha demostrado que no hay porque temer, si al final del día no tenemos control de lo que suceda, debemos aprovechar cada instante; además, nada es para siempre en esta tierra.

Tanto que nos hemos quejado de la dichosa cuarentena, cuando verdaderamente deberíamos aprovecharla. Tenemos a nuestra familia entera bajo un mismo techo. Tenemos las flores naciendo, porque no hay nadie en las calles que las pueda cortar. Naciendo dentro de nosotros el deseo de amar. Tantos abrazos, tantos besos que negamos y que ahora no podemos dar. Cuando esto acabe tengo fe de que el mundo brillará, de que todos nos volveremos a mirar y valoraremos aquello que un día dejamos pasar. La vida es una y gracias debemos dar porque nos está dando otra oportunidad.