20 de septiembre, el día que nos cambió a todos. Dicha fecha el huracán María, pasó por nuestra Isla.  Fue muy devastador, por tal razón mucha gente tuvo que desalojar su hogar e irse a refugios, emigraron y perdieron sus empleos. El fenómeno causó mucho revuelo, no tan solo con su paso si no, luego. Vale la pena decir, que el puertorriqueño tomó acción y logró reaccionar rápido.

Mi reacción ante el huracán fue fuerte, nunca había vivido un momento así en mi vida. Me dio tanta lástima ver a personas perder lo poco que tenían y solo pensaba en donde se habían protegido los animales sin hogar. Fue una época de muchos sentimientos encontrados, pude ver a mis familiares más cercanos como 2 semanas después, pero gracias a Dios estaban bien. En mi hogar los daños fueron mínimos, pero en la casa de algunos familiares el huracán se manifestó más.

Participé de ayudas comunitarias en mi pueblo, los residentes tomaron iniciativas de motivación para poder levantar el ánimo de los caídos. El municipio de Hormigueros y su Alcalde Pedro García, se comportaron de manera excelente, brindando suministros diariamente, entre otro tipo de ayudas. Se pudo fomentar la unión en la comunidad, ya que todos se ayudaban y buscaban el buen porvenir. Muchas entidades benéficas se acercaron al plantel donde completaba mis grados académicos, todos los grupos pudimos ayudar y ser parte de ellos brindando suministros y productos personales.

Volvieron esas largas platicas en las noches con los vecinos y las reuniones familiares. Pasaba más el tiempo y las pláticas eran mejores. Aprendimos el verdadero valor de las cosas, muchas veces le damos mucha importancia a los lujos y el Huracán María nos enseñó que lo más importante es la comunicación y la unión a base de eso todos estábamos bien. Definitivamente, luego del huracán, nació un nuevo ser en nosotros.