Para M.
¿Sabías que nuestros caminos se cruzaron varias veces?
A lo mejor no te percataste.
Ya sea por tu ceguera diagnosticada o por simple ignorancia
nunca supiste quién era.
Y ahora, llegas.
Con tu entrada triunfal.
Con un corazón roto del cual nadie por mucho tiempo podrá reparar.
Y yo, aquí.
Mirándote con el cariño que necesitas.
Y tú, allá.
Reconociendo mi presencia, pero estableciendo claramente lo que quieres:
No buscas algo serio o relación tal cual.
Solo una persona que te haga sentir vivo esporádicamente nada más.
Sé que lo haces en defensa propia.
Sé que tu vulnerabilidad se percibe a leguas.
Sabes que no te haré daño, pero no te importa.
Sigues creando una armadura rígida.
Una pared de cemento imposible de derrumbar.
Y yo, sigo aquí.
Porque aunque no te lo demuestro, me importas.
Aunque disimulo que me vale un bledo lo que hagas o digas,
me importas.
Caí en tu red, M.
Veo el fracaso al final del camino,
y aún sigo aquí.
Apuesto sin expectativas de perder o ganar.
Por ahora, te dejo con esto.
Sigamos en esta danza
hasta que la música deje de sonar.
Y cuando eso pase,
partiremos por distintos rumbos.
Yo, aquí. Tú, allá.
Pero que vos recuerdes,
que de mi ser no te podrás olvidar.
Atentamente,
-C.
(Imagen por Khoa Nguyen de Unsplash , Licencia: Creative Commons)