foto: El Nuevo Herald

Maria

Un nombre tan insignificante anteriormente, tal vez el mismo nombre de una tia, prima o amiga que causaba oseo y risa. Pero eso era antes, porque hoy en dia la vida en Puerto Rico se vive antes y despues de Maria. Era un 15 de Septiembre cuando una amiga se rie y me dice “esa Maria si que se desarolló rapido, si viene nos parte por el medio”. Yo me reí con las ‘muelas de atras’ y pensé en lo que nos podía esperar con una mezcla de ansiedad y adrenalina. Durante ese fin de semana ví como de una onda tropical se convirtió en el huracán mas grande en nuestra historia. Como la mayoría de Puertorriqueños, aún tenía los paneles en las ventanas y hielo además de agua almacenada desde Irma. Mi madre, abuelo y familia nos dimos la tarea de preparar la planta y buscar más provisiones mientras nos manteníamos perplejos con las noticias.

 

homeless
foto: Kiara M. Alicea

 

Durante el Lunes 19 de Septiembre, el paso del huracán era inminente. Ya por la noche empezaron los fuertes vientos y zumbidos, desde mi casa oía el rujir del mar y pensaba aún más en los demás. Miraba a mi familia y me preguntaba si en realidad estabamos listos. Me preguntaba donde estaban las almas sin techo esa noche; mis deambulantes. Yo no me sentía preparada, no había experimentado cosa igual y hoy a meses de su paso puedo atestar que espero no pasar por situación similar nunca. La noche fué larga, tratamos de despejarnos la mente con juegos de cartas y mesa, la luz se había hido y el sonido del viento era intenso. No pude dormir mucho con el rujido del viento y no entendia que nos esperaba en la mañana.

 

kikita
foto: Kiara M. Alicea

 

Al pasar el huracán me atreví a pasear, a mirar a mi alrededor y asesar que había ocurrido. Nunca había visto tanta destrucción en un abrir y cerrar de ojos. Era insólito que en tan poco tiempo el verdor de la isla se había ido y en su lugar quedaba un semblante parecido a una bomba nuclear. La luz brillaba por su ausencia, el agua era un preciado líquido, pero lo que era hielo y gasolina eso si era como oro. Al dia 3 de el huracán me encontre en una fila para gasolina de 15 horas, para al final no poder tan siquiera echarle dos dolares al tanque. En un momento temí por el medicamento de mi familia, por la comida, por la gasolina de la planta porque el proceso fué lento y agotador. Nunca perdí las esperanzas en retornar a un semblante de la normalidad y cuando mas caída me sentí ví a mi alrededor deambulantes ayudando a dar transito, ayundado a cortar ramas caídas, ayudando a destapar alcantarillas y todo esto con una sonrisa en la cara. Muchas veces son los olvidados pero en esta emergencia muchos se enrollaron las mangas y decidieron que hiban a hacer de su parte y eso me dió la perspectiva para continuar con ansias.