La primavera de 1938 fue testigo de una de las colaboraciones más importantes entre una diseñadora y un artista: el vestido esqueleto de Elsa Schiaparelli y Salvador Dalí.

El vestido, de superficie trabajada en la técnica del trapunto, imita los huesos del esqueleto humano.

El boceto previo lo hizo Dalí enlazando los huesos de las piernas a la pelvis con ganchos al estilo de los ganchos característicos de la joyería.

El vestido perteneció a la actriz Ruth Ford, hermana del poeta surrealista Charles Henri Ford y fue un regalo del mecenas de Salvador Dalí.

Schiaparelli se sentía atraída por la libertad imaginativa del trabajo de los artistas surrealistas a quienes ella frecuentaba. La fijación de surrealismo con lo corporal y la representación del cuerpo lo convirtió en un enlace natural entre el arte y la moda.