20 de septiembre del 2017 una fecha inolvidable el paso del huracán marie en nuestra isla. Mi experiencia consistió en miedo como los otros miles de personas dentro del país. Quiero pensar que si estuve bastante preparada ante los hechos, mi familia buscar agua, comida, batteria, velas y me hizo sentir más segura. Cuando los vientos se intensificaron subí a ambas de mis mascotas dentro de la casa ya que ellas se encontraban dentro de la marquesina. Fue más calmante al tener mi mascota dormir conmigo durante la tempestad.Escuchamos la radio hasta la mañana y esperamos para poder salir de la casa. El huracán no causó tantos daño a mi hogar, gracias a Dios solo tumbó las consolas de aire que no es nada comparado al daño que hizo en otras casas. Intentamos de llamar a nuestros familiares y no habia señal, no había paso para salir a ir a ver a mis bisabuelos, no me podía comunicar con mi familia y amistades para decirle que estaba bien. Fue frustrante el encontrarme en una situación donde todos a mi alrededor estaban afligidos y yo no podía ayudar a nadie. Mis padres no sabían si tenían trabajo, si iban a recibir algún pago de sus patronos fue como si el mundo se pausara, nadie sabía que iba a ocurrir ahora. Lo mas doloroso fue ver la cara de frustración a mi familia porque no saben cuanto tiempo la situación iba seguir no sabían si la agua y comida nos durará bastante. Cuando las carreteras fueron transitables visitamos a mis bisabuelos en un barrio en Pájaros donde ellos viven. Fue devastador no puedo explicar el sentimiento de saber que la catástrofe toco tan fuerte para ellos y peor fue el saber que mis familiares del barrio Ingenio,toa baja estaban completamente inundados vi unas imagenes en Facebook cuando pude obtener señal y se me partio el corazon. Al pasar los días llamaron a mi madre a avisarle que tenia trabajo pero, no podíamos llegar ya que ella trabajaba en Hato Rey y nosotros vivimos en Cataño necesitábamos gasolina, estuvimos 3 dias intentando de buscar gasolina tuvimos que hacer filas de 16 horas. Fue una alegría inmensa cuando por fin pudimos llenar los carros y ir hacia el trabajo de mi madre. Alli teniamos comida segura, además que sabiamos que teniamos un ingreso seguro, ese era el mayor miedo no poder trabajar y no poder comer. Gracias a Dios no nos falto nada, aprendí mucho pero lo más importante fue que lo más sagrado en esta vida son las personas que amas. Perder las cosas materiales duele especialmente cuando eres de bajo recursos se te hace dificil pero no imposible. Una vida no se puede recuperar, les pido a todos los lectores aprecien a sus seres amados con todo su corazón.

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