Yo nací en una era de nuevas tecnologías y grandes cambios, crecí jugando con todas las nuevas consolas de PlayStation, y ahora vivo en una época en la que todo se hace a través del teléfono celular. Si quiero ver y hablar con mi tía mexicana no tengo ningún problema, existe FaceTime. Si se me quedó la cartera y necesito hacer un pago desde mi cuenta bancaria solo tengo que entrar a mi ATH Móvil and done. Puedo hasta entregar trabajos y hacer pruebas cortas para mis clases universitarias desde MiSagrado. Para casi todo lo que hago necesito algún tipo de acceso a la Web.

[Fuente:https://www.reddit.com/r/reactiongifs/comments/3a8akf/my_cats_reaction_when_i_leave_home/]

Crecí acostumbrada a tener todo tan accesible que tan solo necesitaba un click para hacer muchísimas cosas, por lo que naturalmente, la Web se convirtió para mí en algo completamente esencial. Esto en sí significó un problema, ya que al tener la oportunidad de hacer todo a través de la Web, cuando me tocaba buscar otras maneras de hacer estos mismos simple tasks me hacía un ocho. Ahí entraba mi ansiedad a hacer de las suyas.

Hermy is feeling anxious but blanket snuggles help #bostonterrier #hermione

[Foto: Anne Heathen, Licencia CC]

     Al estar tan acostumbrada a la facilidad de la Web, cuando ésta faltaba me sentía como perdida. No por capricho, sino porque esa fue la forma en la que aprendí a moverme y trabajar. Sin embargo, sí, hubo un periodo de varios días en los cuales (como la mayoría de mis compadres puertorriqueños) me encontré completamente incomunicada luego del paso del huracán María que sacudió la Isla en septiembre del año pasado.

[Video por Univisión Noticias]

     Durante este periodo todos tuvimos que adaptarnos en miles de formas para poder lidiar con todo lo que causó el huracán María. En mi caso, además de adaptarme a vivir sin agua y sin electricidad por meses, también tuve que aprender a funcionar sin la Web. Desde ese momento tuve que pasar por procesos rudimentarios para hacer cosas que antes podía hacer en un minuto desde mi teléfono. Ya no podía enterarme de noticias desde Internet, sino tenía que comprar periódicos para estar al tanto de todo; ya no sabía lo que pasaba con mis familiares lejanos desde Facebook, tenía que hacer los viajes hasta Patillas y Lajas para poder saber de ellos; ya no podía hacer compras por Internet, sino que tenía que ir personalmente a hacer compras que antes hacía desde mi teléfono; ya no podía transferir dinero a mis familiares y amigos cuando lo necesitaran… Ya nada era accesible. En ese periodo me di cuenta de lo esencial que siempre fue la Web para mí, aunque antes no me hubiese dado cuenta.

Realmente pensaba que no podría vivir sin Internet, pero lo logré hacer una vez. Al parecer todo se trata de procesos de adaptación.