Si lo primero que haces al levantarte es verificar la Web, no estás solo.

Conoce cómo es la intrínseca relación entre la web y la generación Z.

Suena el despertador. Abres los ojos. Observas el reflejo de la luz entrando por una esquina de tu ventana. Tratas de cerrarlos nuevamente, pero el sonido te impide retomar el sueño. Rápidamente, buscas tu teléfono móvil para apagar la alarma. Una vez encendido, la iluminación brillante del gran aparato electrónico te impide ponerlo a un lado y comenzar tu día. Pasan cinco… diez minutos, y todavía te encuentras acurrucado en la cama explorando aquello que llamamos “World Wide Web“.

“Se me va a hacer tarde…”, piensas a tus adentros mientras examinas cuánto tiempo te queda antes de continuar con la agenda del día. Haces un esfuerzo por levantarte de la cama, colocas el teléfono móvil a un lado, y comienzas tu día.

Es normal si te asimilas con esta breve descripción. La realidad es que, en la era digital, esta es la rutina matutina de la mayoría de nosotros. No obstante, para aquellos que nacieron al final de la década de 1990’s, dicha tecnología parece estar incrustada en nosotros, convirtiendo esto en más que una rutina, sino en un aspecto distintivo de los que nos hace Generación Z.

Según Internet Live Stats, se estima que el buscador de Google se utiliza “3.5 billones de veces al día y 1.3 trillones de veces al año”. Cifras que no nos deben sorprender. Te pregunto, ¿qué es lo primero que haces cuando tienes duda de algo? Vas a algún buscador en la Web. ¿Qué haces cuando quieres saber más información sobre un tema, producto o servicio? Vas a algún buscador en la Web. ¿Qué haces cuando quieres armar un producto o tienes duda de cómo funciona una aplicación o artefacto? Vas a algún buscador en la Web.

Para la Generación Z, esto es una práctica automática. Para que pasar dificultad, si tienes la solución en tus manos con tan solo 3 o 4 clicks, ¿verdad? Sin embargo, aunque es excelente poder obtener una solución rápida y accesible mediante la Web, en numerosas ocasiones, puede ser algo complicado.

La complejidad de la Web proviene de la abrumadora cantidad de resultados, de la cual puede ser difícil discernir entre las fuentes que son confiables y aquellas que no lo son. En adición, existen numerosos riesgos que van desde la privacidad de una persona en línea hasta los virus que pueden contraer los artefactos electrónicos mediante páginas web que no son seguras. En ese aspecto, los “Gen. z” no están tan diestros a tomar las precauciones necesarias para prevenir estas circunstancias.

Aunque actualmente existen numerosos riesgos, la web es parte de nuestras vidas. Si le sacaras el motor a un automóvil, ¿ te funcionaría? La respuesta es no, ¿verdad? Pues así mismo es la web. La carencia de la misma sería un caos a nivel mundial.

La Web y sus partículas son parte esencial de lo que nos distingue como generación y lo que enmarcará el futuro de esta. Al fin del día, ¿qué sería de nosotros sin la web?

 

(Imagen por freestocks.com en Pexels, Licencia: Creative Commons)