Durante el 6 y 7 de septiembre de 2017 estuvimos esperando el huracán Irma. Afortunadamente tuvimos la dicha de nos ser directamente afectados por este. Fue increíble la comunicación a travez de las redes sociales y televisión. Se podía observar los supermercados de Puerto Rico repletos de personas buscando los artículos necesarios para la preparación ante este fenómeno atmosférico.

En mi caso estuve tranquila en todo momento, pues confío en el poder de la oración. Igualmente, compré algunos alimentos y baterías. En mi hogar amamos los animales, así que los colocamos en un lugar seguro.

Durante el huracán tuvimos la dicha de permanecer con luz y agua en todo momento. Fue un tiempo de unión familiar y con todo y estos servicios disfrutamos de juegos de mesa. También, admito que fueron momentos de comer mucho y creo que a otros les paso lo mismo.

Luego del paso del mismo realicé un voluntariado en un Centro de Acopio en Carolina, PR. Esta fue una experiencia grandiosa y satisfactoria. Ayudar a los demás no es un peso, sino una gran alegría.

“Dale gracias a Dios que no has experimentado un huracán muy fuerte”, fueron las palabras de mi madre al final de todo.