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Se define a la monotonía como “la falta de variedad en cualquier cosa. El concepto está vinculado a la uniformidad, la ausencia de matices o la igualdad de tonos”.

Bebiéndome una taza de chocolate (así porque sí, por puro gusto) recordé una reciente experiencia personal durante el pasado semestre, el cual se supone constituya el antepenúltimo de mi bachillerato. Como la gran mayoría de los estudiantes provenientes de las diversas escuelas públicas del país, tengo unas “lagunas” en nuestro segundo idioma, el inglés. Este curso, el último de todo el “bachelors”, era de redacción. Sí, de redacción. Como futura comunicadora y por la experiencia misma, sé que si no tienes el pensamiento fluido sobre cualquier tema, ¿cómo lo vas a plasmar en letras, cómo lo vas a redactar con precisión? Así que demás está manifestar que fue un proceso medio frustrante, en cambio decidí afrontarlo y en medio de la prisa tratar de mejorar, de sobrevivir. Claro que todo esto luego de haber renunciado a la alocada idea de por primera vez “darme eh’ baja” de la clase y de continuar sintiéndome incómoda por la competitividad de los otros tras su buen entendimiento en el inglés. Luego de pasar un par de penurias, el último trabajo se basó en un informe oral a través del cual debías explicar un proceso CUALQUIERA. Tenía el presentimiento de que todos llevarían ingredientes y explicarían como se hace un “dip” de esto y de aquello, pero yo no quería caer en la monotonía. Más allá de eso, se me hacía más fácil explicar los pasos para redactar una buena noticia, siempre me ha parecido interesante la confusión de las personas en cuanto a cómo se redacta una noticia y como se redacta un ensayo, un “text message”, una carta, etc. Ante mi juicio era la oportunidad perfecta de mostrar como se hacía, brindar ejemplos, etc. Cuando llega el día de exponer, le explico a la profesora que necesitaba tizas pues iba a utilizar la pizarra y luego de observarme extraño me pregunta: “¿por qué, para qué?”. Una vez le explico me dice que no es lo correcto, que no le parecía, que mejor hiciera otra cosa en la próxima reunión. Señores, demás está expresarles que me molesté, fui humilde y me senté, en desacuerdo pero me senté a seguir observando como “to’ el corillo” seguía diciéndome como mezclar queso crema con carne, jamonilla y veinte “cuestiones” más. Después de alegrarme un poco por el compañero que se atrevió a explicar como se hacía un avión de papel y ver como lo echó a volar sin miedo a  “sacar un ojo” (sí señores), terminé diciendo como hacer pinchos de guineos con “marshmallows” y chocolate. Mientras estaba al frente sabía que no estaba fluyendo bien porque no me nacía exponer acerca de eso, aparte de que como Cosculluela al maleanteo, Itzamari no es a la explicación de procesos, por Dios, me reconozco.

El escrito no es una queja, todo universitario (la humanidad en general) se las ve incómodas, de hecho de eso se trata. Hay que sacar provecho de todas las experiencias positivas y aun más de las negativas, eso está claro. Lo que no me queda claro es el por qué se le cohíbe a un ser humano de hacer algo distinto y provechoso para el resto. Por qué se presiona al estudiante a seguir una rutina (posiblemente creada desde el primer día de los 20 años de experiencia) por el profesor. Es ilógico y contradictorio en su totalidad el hecho de que se nos exhorte a ser “cambiantes”, a innovar en medio de las crisis y otros males sociales pero se nos presione a seguir en lo “mejmo” y a dejar a un lado la creatividad. Las escuelas públicas y privadas, las universidades, el mundo en sí necesita de profesionales receptivos y en la disposición de innovar y permitir que se innove. Está en nuestras manos como futuros profesionales no encadenar a otros con nuestra falta de motivación y hasta cierto punto diversidad de conocimientos. Y por supuesto está en nuestras manos (en la mía especialmente) ¡modificar el inglés!

Dijo Ocatvio Paz: “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas se ha inyectado el miedo al cambio”. Mi experiencia también es la tuya, pero en otros aspectos. ¡Yo sé que te identificaste!