Este poema es uno melancólico, nos describe la salida del autor de su casa en Collores. Inmediatamente empieza el poema nos confirma esto: “Cuando salí de Collores fue en una jaquita baya…”. Como herramienta principal, el autor usa la naturaleza de Collores para representar la hermosura casi fantástica de su hogar todo lleno de flores y malezas de río donde la calma se posa y el ambiente enriquece. Sin duda al autor le encantaba vivir en este lugar, con lo que el poema sugiere es una familia grande, rodeado de sus pasiones. El campo parece ser una fuerza casi presencial en muchas de sus obras y en esta no hay excepción (aquí también se menciona el “bohío” como un lugar harmonioso, como un lecho, un uso que se repite similarmente en “Madrugada”). Esta misma fuerza la usa para recordar vivamente su familia y su campo, que mientras se va alejando poco a poco para su exilio a la ciudad, se da cuenta que los millones placeres de esta no se comparan a su Collores.

Haría sentido que un hombre como Llorens quiera en algún momento entrar a la ciudad para crecer como persona y escritor y así poder desarrollarse, pero como todo en la vida, a un precio. Este poema está hecho con toda la intención de un corazón roto, al ver pasar el campo mientras se va las bellísimas descripciones se convierten en visiones grotescas de lo que pudo haber sido. Ya en la ciudad cuenta de muchos asombros y desventuras que no lo llenan lo suficiente, no como Collores. También se menciona a una “novia hechicera…”, los remanentes de una relación que, a pesar de haber encendido pasiones, al final resulta ser una mera ilusión.

Al final deja claro que el anhelo de su hogar es más fuerte que todo y que la ciudad es un nido de corrupción que desgarro sus ideales y lo maltrato como nunca. El poema termina declarando el deseo máximo (aunque a estas alturas ya se lee como un llanto de dolor), el despojo de todo logro para volver a Collores y olvidarse de todo lo ocurrido. Un último deseo que espero se haya cumplido.